Casas Babayagas partout (por todas partes) para, juntas, envejecer mejor. El sueño de Celia es crear en su entorno casas autogestionadas para mujeres mayores de 50 años a imagen de la Casa Babayaga de Montreuil (Francia), un espacio autosuficiente para mujeres experimentadas, solidarias y ecológicas impulsado por la feminista militante Thérèse Clerc.

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Babayaga es el nombre de un personaje del imaginario eslavo que se representa a menudo como una vieja bruja que habita en lo más profundo del bosque. El que sea una bruja no es casualidad. La profesora y escritora Silvia Federici, en su libro ‘Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria’ explica que la caza de brujas sirvió como instrumento para la construcción de un orden patriarcal en el que los cuerpos de las mujeres fueron controlados y transformados en recursos económicos. En este sentido, la propia Thérèse Clerc explica el concepto de la casa de las Babayagas: “Es un lugar para acompañar a las mujeres hacia la autonomía, para apropiarnos de nuestro espacio social y convertirnos en protagonistas de nuestra propia vida”.

Las Babayagas tienen una norma: Nunca acostarse enfadadas

Celia compartió su sueño de sembrar hogares Babayagas por doquier en la página de Facebook de la Casa de Mujeres autogestionada que acaba de abrir sus puertas en Atenas, de cuya inauguración dio cuenta Femenino Rural. “La de las Babayagas es una idea que me ronda en la cabeza desde hace años. Tengo 53 años y me digo: es ahora o nunca”, explica. ¿Por qué le seduce tanto este ideal? “Porque es transgresor. Una bruja es una mujer sabia”.

Contable de profesión y escritora de blogs y cuentos éticos, organizadora de eventos culturales en Agápitous, Celia reconoce que “me gustaría, de aquí a que me muera, poder hacer algo en común. Quiero elegir con quién quiero vivir”. Y esa elección son otras soñadoras experimentadas con quien poder crear un proyecto colectivo, femenino, autosuficiente, verde, creativo, cultural y solidario. Ya hay involucradas unas 15 mujeres, Rosa de Águilas, Marga de Asturias… ¿Habrá problemas de convivencia? “Claro que los habrá, pero las Babayagas tienen una norma: Nunca acostarse enfadadas”, apunta.

“Envejecer es seguir teniendo proyectos”

El pasado 1 de octubre de 2015, ya con Manuela Carmena en la Alcaldía de Madrid, Celia publicó en la web del Gobierno Abierto del Ayuntamiento de la capital su proyecto. Lo explicaba así: “Muchas mujeres, debido a su situación personal, laboral, familiar, emocional o física, están abocadas a vivir con precariedad, solas o con personas que no las apoyan. (…) Teniendo en cuenta la cantidad de edificios vacíos y en desuso que hay en la Comunidad de Madrid, de protección oficial o las casas inutilizadas que tienen algunos bancos, podrían acondicionarse estos inmuebles (…) Todas las personas somos interdependientes y casi todas llegaremos a la edad madura y a la senectud. De nosotras depende cómo queramos vivir esa última etapa”.

Precisamente, el buen madurar es el objetivo de las Babayagas francesas, que en octubre de 2014 inauguraron la universidad del saber sobre cómo envejecer (UNISAVIE) (Ver página en Facebook). “Envejecer es seguir teniendo proyectos, seguir siendo”, sostienen. Para Thérèse Clerc, la senectud “es una edad bella, la de todas las libertades”. Su deseo es cambiar la visión de las mayores sobre sí mismas y sobre todo la visión de la sociedad sobre la vejez: “La casa de las Babayagas es una experiencia de innovación social, es un proyecto político que, después de 13 largos años de combate, ha podido por fin ver la luz. Somos las sembradoras del futuro, porque morir vieja está bien, pero envejecer bien es mejor. De aquí a 2050, un tercio de la población francesa tendrá más de 60 años. En el futuro, harán falta proyectos de autogestión de mayores”.