El 8 de marzo de 2018, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en la primera huelga feminista del Estado español, las mujeres escribimos la Historia en primera persona del plural al margen de partidos y sindicatos tradicionales. Millones de mujeres de todas las edades, urbanas y rurales, de diversas profesiones, razas e identidades sexuales salimos a la calle a la huelga laboral, de cuidados, de consumo y educativa. Sabedoras de que “si nosotras paramos, se para el mundo”, el 8M, con la fuerza de una convocatoria global trabajada en común desde atrás, juntas, “paramos el mundo y “gritamos ¡BASTA! ante todas las violencias que nos atraviesan”.
“Emoción, fuerza, vitalidad, capacidad de organización y conciencia de que tenemos el futuro en nuestras manos. Estos son los sentimientos y las sensaciones que me ha producido la jornada del 8M y sus preparativos. Hacía muchos años, demasiados, que no oía hablar a las mujeres de nosotras mismas tan sincera y libremente, abriendo el corazón, sin prejuicios, sin vergüenza, pasando de representar ningún papel, ni de los que nos asignan ni de los que nos autoasignamos. Y sí, ahora sabemos y todos saben que el futuro pasa por nosotras y lo vamos a hacer nosotras, porque sabemos, porque queremos y porque podemos. Y el que no lo entienda o no lo asuma así, estará fuera de la Historia, porque esto es imparable. Ahora, y al contrario de lo que ocurría en el cuento de Monterroso, siento que «cuando desperté, el dinosaurio ya no estaba allí”, se sincera Celia, sindicalista.
El papel en esta huelga de los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT los ha vuelto a dejar en evidencia, como ya ocurriera con la reciente movilización de los jubilados por el futuro de las pensiones. Primero intentaron suavizarla convocando paros parciales, secundados por el PSOE, en lugar de la huelga total del Movimiento Feminista, apoyada por los sindicatos anarquistas CNT y CGT. Luego sembraron dudas sobre su legalidad. Y para rematar, el mismo 8M, hicieron convocatorias distintas a las masivas. “Hemos demostrado que podemos mover el mundo, que sabemos organizarnos rápida y eficazmente, al margen y a pesar de los instrumentos tradicionales (partidos, sindicatos e instituciones ‘democráticas’) a los que hasta ahora hemos venido supeditando nuestra acción con tan escasos resultados”, corrobora Celia.
Con los partidos de la derecha ha sucedido lo mismo. El PP ha pasado de criminalizar la huelga y menospreciar el feminismo (de “etiqueta” lo tildó nada menos que la ministra de Igualdad), a pegarse con caspa el lazo violeta en la solapa. Ciudadanos, el partido del Ibex 35, que en un principio rechazó la huelga feminista por “anticapitalista” se subió después del éxito al carro intentando capitalizarlo. El PSOE se sumó a la ceremonia de la confusión de los sindicatos mayoritarios.
#lasperiodistasparamos…
Una de las sorpresas agradables de este 8 de marzo ha sido el apoyo decidido de las periodistas, especialmente visible en el caso de los medios más ‘mainstream’ como las grandes televisiones, las grandes radios y los grandes periódicos. El manifiesto de #lasperiodistasparamos ha sido apoyado por más de 8.000 firmas, desde conocidas presentadoras televisivas o radiofónicas, hasta anónimas redactoras repartidas por todo tipo de medios de todo el territorio y traducido a doce idiomas. El altavoz utilizado contra el machismo en los medios ha propiciado el contagio de la marea violeta de las ondas y las pantallas de televisiones, ordenadores y móviles a las calles.
Lidia ha vivido el proceso desde un gran medio en Madrid. Para ella, como para muchas, esta ha sido su primera vez. Por primera vez damos la noticia en primera persona del plural: “Fue muy emocionante la movilización de las periodistas. El movimiento que pasó del mundo 2.0 (de los mails, los WhatsApp y el Telegram) al real: Recogida de firmas para el manifiesto, miles de vídeos y fotos, lectura del manifiesto el día de la huelga y pancarta en la manifestación. Y lo que más me llegó fue que estábamos ahí juntas, todas, sin distinción de medios ni ideas (sin rivalidades profesionales o personales) y nuestra fuerza fue que no resaltamos las diferencias, sino lo que nos une. La colaboración tan fuerte, que todas echábamos una mano, que todas colaborábamos, cada una con lo que podía: traduciendo textos, haciendo pancartas, montando vídeos. Me recordaron a mi madre y sus hermanas (seis mujeres) que hacen todo juntas, que nunca se reprochan nada, que todas ayudan y que lo que se proponen lo consiguen ¡Esto es imparable!. La manifestación fue impresionante. Sensación de estar escribiendo la Historia. Orgullo de todas nosotras. Vi a compañeras llorando. ¡Era un hermanamiento total! ¡Todas juntas! La sensación era “juntas lo hemos hecho, juntas podemos y juntas lo conseguiremos”.
“También las mujeres rurales queremos participar de este movimiento”
Además de las periodistas, pararon las investigadoras, las científicas, las académicas, las mujeres del libro, las estudiantes, las abogadas, las enfermeras, las cooperativistas, también hicieron oír su voz las valientes kellys… “5’3 millones de mujeres han secundado, según CCOO y UGT, los paros del turno de la mañana. Los sindicatos convocantes de la huelga de 24h, CNT y CGT, destacan que en los sectores más feminizados, como el telemarketing la participación ha llegado a ser de hasta un 50% y que incluso en la industria, un sector altamente masculinizado, la participación llega al 20%”. El sector de la enseñanza fue especialmente activo. Patricia es maestra. «Como docente, es un acto de transformar el mundo. Se transforma el mundo dando ejemplo. Los niños ven lo que tú haces, si tú luchas por tus derechos, ellos también lucharán. Eres su ejemplo a seguir», asegura.
Teniendo en cuenta que el 95% de las empresas españolas tienen menos de 10 trabajadores que se escapan al radar de los sindicatos, las masivas manifestaciones por todo el Estado, entre las mayores de las últimas décadas, fueron muy superiores en número al seguimiento concreto de la huelga laboral. La web ‘hacialahuelgafeminista.org’ explica: “pero esta cifra, que ya por sí sola responde para los sindicatos a una ‘huelga sin precedentes en la historia del movimiento sindical’, todavía deja muchas cosas fuera. No cuenta a quienes no han podido parar en lo laboral pero lo han hecho en los cuidados, no cuenta a las estudiantes, no cuenta el consumo que se ha paralizado. No cuenta, sobre todo, esa revolución de lo cotidiano que hoy se hace palpable. ¡Seguimos!”.
En los preparativos de esta huelga, en la Comisión del 8M, han participado también de manera destacada las mujeres del entorno rural. Rosa es una líder sindical del campo, que está viviendo en primera línea la pujanza de la lucha de las mujeres dentro su sindicato. Antes del 8M, ya veía este día como “un punto de inflexión. El germen estuvo el año pasado, pero el auge y empuje de este año y desde tan atrás desde hace ya meses y probablemente después se seguirá hablando, hacen que este suponga un punto de inflexión. También se tiene en cuenta la visión rural. También las mujeres rurales queremos participar de este movimiento”.
Y de hecho, el Manifesto del 8M grita bien fuerte “contra el neoliberalismo salvaje que se impone como pensamiento único a nivel mundial y que destroza nuestro planeta y nuestras vidas. Las mujeres tenemos un papel primordial en la lucha contra del cambio climático y en la preservación de la biodiversidad. Por eso, apostamos decididamente por la soberanía alimentaria de los pueblos. Apoyamos el trabajo de muchas compañeras que ponen en riesgo su vida por defender el territorio y sus cultivos. Exigimos que la defensa de la vida se sitúe en el centro de la economía y de la política”.
Rosa, como las periodistas y las convocantes, han guardado el sitio a las que no están: a las asesinadas, a las presas, a las que han querido y no han podido parar, haciendo que ninguna se sienta excluida. El perfil “Quiero y no puedo” de Instagram, en días, acumuló miles de seguidoras y cientos de publicaciones. “Los motivos por los que el 8M es necesario, explicados por mujeres que no pueden parar”, titulaba ‘El País’. “Instamos a todas las compañeras a que se sumen a la movilización en la medida de sus posibilidades y circunstancias”, animaba el Manifiesto de las periodistas.
“Absoluto respeto” es el que siente Rosa hacia las que quisieron pero no pudieron secundar la huelga laboral pero sí acudir a las manifestaciones o colgar el delantal. “Como dice María Zambrano, una actitud puede cambiar el mundo”, cita. “Algunas privilegiadas hemos podido secundar la huelga, pero muchas otras no lo han podido hacer desde sus puestos de trabajo precarios o desde una situación familiar que las oprime. Queda mucho por hacer, pero esto está siendo un paso adelante”, comprende Ana, abogada y madre. Esta sororidad hizo que las lágrimas de rabia de muchas mujeres por la mañana, desembocaran en una desbordante marea de euforia al final del día.
Una de las imágenes más conmovedoras de esta hermandad, que ha dado la vuelta al mundo, es la protagonizada por las mujeres en la manifestación de Bilbao. En una sola voz, las vascas reinterpretaban en clave feminista un himno libertario de resistencia a la dictadura uniendo a la lucha a las sinpapeles y a las precarias: “A la huelga diez, a la huelga cien, a la huelga mil, yo por ellas madre y ellas por mí…”.
“Mi madre que es muy lista, me hizo feminista”
Gracias al camino recorrido por las feministas más veteranas, las más jóvenes han tomado el relevo que nos ha traído hasta aquí. Fuen salió a la calle el 8M tras una pancarta que decía: “La pobreza tiene nombre de mujer mayor”. Al ser preguntada por su vivencia, reconocía “la alegría de ver la cosecha después de tantos años de reivindicación. Ha habido muchas jóvenes con ganas de cambiar este mundo injusto para las mujeres. El cartel es claro. Las pensiones están bajando y el poder adquisitivo es cada vez más reducido. En las mujeres mayores, está más acentuada esa pérdida”.
Precisamente, una de las claves del éxito de esta huelga feminista ha sido la diversidad generacional. “Hemos sido mujeres, mujeres jóvenes, niñas, maduras, viejas, adolescentes. Mujeres compartiendo la rabia, el miedo, la impotencia, las risas, los abrazos, la solidaridad y la necesidad, la imparable necesidad de cambiar este mundo tan injusto”, desgrana Celia. “Nos queda por delante un trabajo enorme, pero yo confío en nuestra capacidad y, sobre todo, en la de las jóvenes, que han sido con mucho la participación mayoritaria, las auténticas gestoras de todo y las que tienen la frescura y el empuje que se necesita para desmontar este sistema”, añade.
Lucía es una líder estudiantil. Explicando la manera de trabajar de estas jóvenes nativas digitales se entiende la victoria conseguida: “El frente estudiantil lo pusimos en práctica básicamente a través de una campaña exclusivamente por redes sociales a través de la cual llamábamos a que las chicas de cualquier centro de estudios se pusieran en contacto y organizar la huelga allí y/o montar alguna acción feminista en él”. Sorprendentemente dada su juventud, han pensado a largo plazo, sembrando la semilla del feminismo entre las adolescentes, “insistiendo muchísimo en que el 8M es todos los días, no uno solo. Veíamos casi más importante que se empezara a mover algo con contenido feminista en los centros, sobre todo en los institutos de secundaria, porque son lugares potencialmente peligrosísimos en cuanto a comportamientos machistas, vulnerabilidades que se derivan de ellos y educación en los roles de género”. Entre sus acciones ha habido carteles, performances, asambleas comunes… De una de ellas surgió la idea de habilitar un buzón anónimo de experiencias en los baños de chicas para que se pudieran leer después anónimamente en el micro abierto. Las estudiantes han sorteado todos los palos en las ruedas que les pusieron las jefaturas de estudios de los centros y se emplearon a fondo para concienciar a los compañeros de su función en la huelga, como tomar apuntes y demás. “Y bueno, la verdad es que la respuesta que obtuvimos fue espectacular”, resume.
No parece casualidad que este desborde feminista se produzca en un momento en que está subiendo la temperatura social en el Estado español. Muy recientemente, los pensionistas se han puesto en pie de guerra y han llegado a las puertas del Congreso, al ver cómo, tras soportar una década de crisis salvaje, se vacía la hucha de las pensiones después de rescatar a una banca que nos ha estafado a todas, ya sea con hipotecas, ya sea con preferentes.
La reacción del régimen al ‘procés’ catalán ha servido para pasar por encima de los más elementales derechos y libertades en todo el Estado, no solo en Catalunya. En lo que afecta específicamente a las mujeres, se nos agolpan los casos de feminicidios, violencias machistas, humillaciones constantes, unos obispos católicos que ven en el feminismo al diablo, una “justicia patriarcal que no nos considera sujetas de pleno derecho” y que se ensaña con nosotras, como con Juana Rivas o como con las víctimas de las manadas de violadores. La de los Sanfermines y la menor de Aranda de Duero, agredida sexualmente por tres futbolistas de la Arandina, que para más inri está siendo acosada socialmente. El Feminista, con la potencia de saberse un imparable movimiento mundial, le está dando la vuelta a toda esta nauseabunda injusticia. El “hermana, yo sí te creo” se ha hecho viral y una de las bandas sonoras de este 8M ha sido “valientes, libres, diversas, somos manada feminista y esta es nuestra huelga”.
“Llamamos a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo”
“Era necesario que la reivindicación política tocara al sentimiento, y eso es lo que ha pasado. Los testimonios de mujeres de todas las edades nos han llegado al corazón y han evidenciado la verdadera problemática de las mujeres, que somos doblemente discriminadas por razón de sexo y por cuestiones económicas. Porque no podemos olvidar que la desigualdad tiene su principal razón en el sistema capitalista que nos gobierna”, apunta Ana.
Hay quien ha llamado a este orgasmo múltiple y colectivo “el 15M feminista”. Si bien comparte con aquel movimiento elementos como una energía explosiva y contagiosa, el uso intensivo de las redes sociales o su transversalidad, sin embargo también presenta características propias, que hacen albergar esperanzas de que el movimiento no será manoseado y desinflado por los oportunistas de turno: Está bien organizado, tiene experiencia en la lucha y las ideas muy claras. En este sentido, el Manifiesto 8M se declara laico, antirracista, antipatriarcal y anticapitalista sin complejos: “Llamamos a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo que nos quiere dóciles, sumisas y calladas”.
¿Y ahora, qué?
“Ahora, el éxito de esta movilización social nos plantea el desafío de hacer reales las demandas de esta huelga. Esto ni empieza hoy ni se acaba mañana. Las feministas llevamos un año organizando esto y nos preceden muchas luchas; y a partir de mañana lo que la huelga nos ha traído en forma de debate ciudadano se tiene que empezar a materializar en leyes, políticas públicas, recursos económicos, y en cambios sociales y culturales que se reflejen en la cotidianeidad. La demanda ha quedado clara y ahora tiene que hacerse real: la sociedad está pidiendo un cambio y hay que construirlo en común”, proponen las convocantes. Teniendo claro que este régimen patriarcal y guardián del sistema capitalista no lo pondrá fácil, una cosa es segura: Vamos a seguir escribiendo la Historia, a partir de ahora, ya sí, en primera persona del femenino plural.