Rosie la Remachadora, (Rosie the Riveter, en inglés), es hoy un icono reivindicado por feministas de todo el mundo. Lo que no todo el mundo sabe es que la imagen de esta mujer trabajadora y empoderada nació como propaganda antinazi en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Y además corre por sus venas un ADN antirracista: La versión más popular de la canción Rosie the Riveterfue la interpretada por un grupo de negros en los años 40 del siglo XX, The Four Vagabonds (Los Cuatro Vagabundos). Todo un símbolo para los tiempos que corren.

Al parecer, al hilo de esta versión callejera de Rosie difundida por la radio, el artista Norman Rockwell se inspiró para ilustrar la portada de ‘The Saturday Evening Post’ el 29 de mayo de 1943. En ella, con una bandera de EEUU de fondo, figura una obrera fabril sentada en la hora del bocadillo, en mono de trabajo, con los poderosos brazos al aire, sujetando el sandwich en una mano y con la máquina de remachar sobre el regazo. En la fiambrera se puede leer el nombre de “Rosie”. Y lo más llamativo es que aparece pisando un ejemplar del ‘Mein Kampf’ (Mi Lucha’), el libro escrito por Hitler, esvástica nazi incluida. La imagen se hizo tan popular, que la revista se la prestó al Departamento del Tesoro para su uso en las campañas de bonos de guerra.

Pocos meses después, el 4 de septiembre del mismo año 1943, el dibujante Norman Rockwell volvía a destacar a Rosie en la portada de ‘The Saturday Evening Post’ con motivo del Día del Trabajo. En esta ocasión, de nuevo como un tributo a las mujeres trabajadoras durante la Segunda Guerra Mundial, Rockwell mostró a “Rosie al Rescate”, cargando con diferentes tipos de herramientas de trabajo. Su idea era señalar el amplio rango de oficios que 15 millones de mujeres tuvieron que desempeñar cuando los hombres se fueron a la guerra. Los editores del Post identificaron 31 ocupaciones diferentes representadas en esta portada. Algunos eran trabajos tradicionalmente asociados con las mujeres, como la limpieza o la enfermería. Otros, eran industriales, bélicos o hasta entonces reservados a los hombres, como electricista o la conducción de buses, taxis o trenes, oficios que empezaron a estar pilotados en gran número por mujeres.

Pero la Rosie que ha llegado a nuestros días no es la de Rockwell, sino la de la compañía Westinghouse Electric & Manufacturing Company, según versiones, porque no estaba protegida por derechos de autor, a diferencia de la del Post. También en los 40, la eléctrica encargó el dibujo a J. Howard Miller para colocarlo privadamente en sus fábricas para animar a sus trabajadoras. Esta versión muestra a una Rosie en mono azul de trabajo, sacando músculo, con un pañuelo rojo con lunares blancos en la cabeza (ya están ahí sutilmente representados los colores de la bandera de EEUU) y reafirmándose en un bocadillo de cómic: “We Can Do It!” (“¡Podemos Hacerlo!”). El póster fue distribuido por el Comité de Coordinación de Producción de la Guerra y se conserva en en el National Museum of American History.

Contradicciones entre las necesidades de un país en guerra y los anticuados roles de género

Pero la realidad a menudo no es tan sencilla como la pintan. Cuando los hombres volvieron del combate de la Segunda Guerra Mundial, el campo de batalla se trasladó a la casa: Obligaron a las mujeres a ceder sus puestos y quisieron relegarlas de nuevo al rol tradicional de ama de casa o reconducirlas hacia trabajos no especializados. La historiadora Donna B. Knaff, en su libro ‘Beyond Rosie the Riveter. Women of World War II in American Popular Graphic Art’, muestra, a través de su análisis de las artes visuales de la época, las contradicciones entre las necesidades de un país en guerra y los anticuados roles de género.

De hecho, la letra de la canción ‘Rosie the Riveter’ es propaganda de guerra que anima a las Rosies a hacer horas extras en las cadenas de montaje; a proteger a su novio, el marine Charlie; a comprar muchos bonos de guerra; y a poner todo su dinero extra en la Defensa Nacional. En la misma línea, la imagen de Rosie del “¡Podemos Hacerlo!” estaba pensada por Westinghouse Electric para exhortar a las contratadas en aquellos bélicos años a trabajar más duro.

De acuerdo a Penny Colman, autora del libro Rosie the Riveter: Women Working on the Home Front in World War II, hubo otros iconos culturales similares a Rosie, como Wendy the Welder (‘Wendy, la soldadora’), basada en Janet Doyle, una trabajadora del astillero Kaiser en Richmond, California, y Julie the Janitor (Julie, la conserje), una trabajadora de la Eastern Illinois University.

En el año 1944, se estrenó una película inspirada en Rosie the Riveter con ese mismo título. En los años 1960, la actriz de Hollywood Jane Withers se hizo conocida como Josephine the Plumber (Josephine, la fontanera), un personaje que interpretó en los populares comerciales del polvo de limpieza Comet, los cuales fueron exhibidos hasta los años 70. Este personaje se basaba en la Rosie original, por lo que representa el esfuerzo de las mujeres por desempeñarse en trabajos tradicionalmente masculinos.

La imagen de Rosie se ha convertido realmente en un icono feminista en la mirada de las propias mujeres

Cuando la imagen de Rosie se ha convertido realmente en un icono feminista ha sido en la mirada de las propias mujeres, que se han apropiado de ella y la han dotado de su propio significado. Todas las Rosies del mundo, superando fronteras, han visto a una mujer trabajadora y fuerte que puede con todo. El gesto de enseñar músculo se parece mucho a un corte de mangas, lo que ha sido utilizado por no pocas feministas a la hora de resignificar a Rosie. Y lo que es muy importante: El uso del femenino plural: El “¡We Can Do It!” (“¡Nosotras Podemos Hacerlo!”, apela a la fortaleza de conseguir las cosas juntas. Ese lema acoge en su seno la sororidad bandera del feminismo.

La imagen “We Can Do It!” fue utilizada para promover el feminismo y también para otras cuestiones políticas a partir de la década de 1980. Fue portada de la revista Smithsonian en 1994 y también se convirtió en un sello postal de Estados Unidos en 1999. Además, fue incorporada a partir del año 2008 en materiales de campaña de varios políticos estadounidenses, y también fue reelaborada por un artista en el año 2010 para celebrar a la primera mujer en convertirse en Primera Ministra de Australia. El cartel es una de las diez imágenes más solicitadas en los Archivos Nacionales y Administración de Documentos de los Estados Unidos.

A día de hoy, son muchas las mujeres de todo el mundo que hacen suyo el gesto de Rosie, en un sentido inequívocamente feminista, desde las Jornaleras de Huelva en Lucha hasta la Marea Verde que inundó el mundo tras la reciente legalización del aborto en Argentina.

Entre las caras conocidas que han emulado a Rosie se encuentran políticas como Michelle Obama; cantantes como Madonna, Beyoncé o Pink; modelos como Kendall Jenner; incluso dibujos animados como Marge Simpson.

En la segunda década del siglo XXI, hay una auténtica explosión feminista que se deja ver en multitud de perfiles en todo tipo de redes sociales. En muchos de ellos, es fácil adivinar la determinación, el empoderamiento y la unión de aquellas Rosies de los años 40 que combatieron y vencieron al nazismo en la Segunda Guerra Mundial.

Fotomontaje: TheConversation.com