Fátima Martín.-
Las raíces y las alas de Luis Moro, Premio Castilla y León de las Artes 2022, están reflejadas en la reciente exposición SOS Save Our Souls, del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente de Segovia. Una muestra que recorre tres décadas del internacional artista segoviano, en la que despliega su creatividad ahondando en los valores que sustentan toda su obra: Un profundo amor por la naturaleza delicadamente envuelto en arte poético.
En efecto, raíces, porque el reciente reconocimiento le ha pillado con dos exposiciones en su tierra, Segovia, La esfera invisible, en La Real Fábrica de Cristales de La Granja, y esta SOS Save Our Souls en el Esteban Vicente, sito en una plaza de San Martín, junto a la llamada en la actualidad plaza de Medina del Campo, que está esculpida de referencias en la trayectoria vital y artística de Moro, desde la Casa del Siglo XV hasta el el Torreón de Lozoya, pasando por el Ojo y el Narizotas. No muy lejos, a tiro de piedra, se alzan la Casa de los Picos, donde se formó, y el impresionante Acueducto, cuya belleza y perfección, con sus juegos de luces y sombras, marcan estéticamente a un artista de su sensibilidad.

La misma plaza de San Martín atesora seres mitológicos, híbridos, alados incluso, como los que palpitan en sus obras
La misma plaza de San Martín atesora seres mitológicos, híbridos, alados incluso, como los que palpitan en sus obras. Es el caso de las esfinges, mitad mujer, mitad león, que guardan la plaza y dialogan con la estatua del comunero Juan Bravo y con los leones y los peces de la fuente sita escaleras arriba. Es también el caso de las sirenas medievales que adornan los capiteles del atrio de la iglesia de San Martín que da nombre a la plaza. Así las explica L. Miguel Yuste Burgos en La llamada plaza de Las Sirenas de Segovia:
La sirena es un ser fantástico, híbrido, con origen en la mitología griega: las famosas sirenas relatadas en La Odisea, de las que fue advertido Ulises para no caer en sus hechiceros cantos. Este ser mitológico es que el que hereda en su misma configuración la Edad Media en los llamados Bestiarios, aquellos escritos con la compilación de los diferentes animales, reales y fantásticos, y su identificación con actitudes morales del cristianismo. San Isidoro, en sus Etimologías (XI, 3, 30‐31) las describe con total exactitud: “A las sirenas, que eran tres, se las imagina con cuerpo mitad doncella, mitad pájaro, provistas de alas y uñas; una de ellas cantaba con su propia voz, otra con una flauta y la tercera con una lira; arrastraban al naufragio con su canto a los seducidos navegantes. (…) Tenían alas y uñas porque el amor vuela y hiere. Se dice que vivían en las olas, porque las olas crearon a Venus”. (…) ¿Dónde tenemos sirenas en la plaza a la que hoy me estoy refiriendo? Obviamente en los capiteles del atrio (o galería porticada) de la iglesia San Martín, donde existen varios y muy bellos ejemplares de sirenas esculpidas (frontales y con las alas explayadas)1.
Y precisamente de seres híbridos, que aletean entre la realidad y la fantasía, está plagada la obra de Luis Moro. Explícitamente, incluso colecciona su propio bestiario, el Bestiario de Dioscórides, cuyos venenos fueron reformulados en 2019 por el artista-alquimista en su Triaca, una exposición que mezclaba el arte, la botánica, la farmacopea y la medicina de Dioscórides y Andrés Laguna con la historia y las letras del poeta Antonio Gamoneda.
Ahí están plantadas las raíces clásicas del artista. Y se ramifican en las primeras salas de esta muestra, que recorre sus tempranos años creativos. Por ellas desfilan caballos de Troya, piezas de ajedrez, anatomías fragmentadas y cuerpos yacentes con escritos que recuerdan a los dipinti de Pompeya.

Miguel Cereceda, comisario de la exposición, la concibe como un proceso ascensional. Desde las raíces hasta las alas. Si hay una imagen que identifica el arte de Luis Moro son precisamente las alas, de transparente belleza, pura fragilidad y fortaleza, que se despliegan con todo su esplendor en esta muestra. Hay alas de seda, de metal, alas de luz. Los títulos de las obras las evocan reiteradamente: Alados, Enlace alado, Alas de la memoria, Alas de cristal… Observa Cereceda en la obra de Moro de manera muy aguda “el contraste entre el cuerpo desparramado de los insectos, frente a la casi perfecta conservación de las alas. Como si las alas fuesen un símbolo de supervivencia. De modo que el cuerpo de los insectos aparece como representación de su cuerpo mortal, mientras que el ala sería la representación de su alma. Aquello que pervive todavía”. Como si el vuelo fuera lo único real. El resto, sólo sueño.
SOS Save Our Souls es el título del conjunto. Salvar Nuestras Almas, una llamada urgente a salvarnos a nosotros mismos salvando la naturaleza. La palabra “alma” proviene del latín anima, raíz misma de todos los animales. Cereceda en el catálogo de la exposición ilustra citando a Aristóteles: “Pues la vida animal tiene en el alma su principio”. Y prosigue: “La tradición filosófica entiende que el alma es el fundamento explicativo de la vida. Y este fundamento estaba asociado desde antiguo a la idea del aliento y de la respiración. Así, el carácter espiritual del alma procede en realidad de este modelo aéreo de la respiración. Lo mismo que el animus latino es un aliento, también el nombre griego del alma, psyché (ψυχή), procede del verbo griego ψύχω, que quiere decir respirar. Y por tanto, el elemento vital de la psique es en realidad el aliento de la respiración”.

En sus orígenes, la palabra psyché significaba “mariposa”. Y de hecho, la vigésimo tercera letra del alfabeto griego, psi (Ψ), es el dibujo estilizado de este bello insecto. Posteriormente, pasó a utilizarse el término con los sentidos de “soplo”, “aliento”, “ánimo” y, finalmente, “alma” o “mente”
Curiosamente, en sus orígenes, la palabra psyché significaba “mariposa”. Y de hecho, la vigésimo tercera letra del alfabeto griego, psi (Ψ), es el dibujo estilizado de este hermoso insecto. Posteriormente, pasó a utilizarse el término con los sentidos de “soplo”, “aliento”, “ánimo” y, finalmente, “alma” o “mente”. Por eso a la diosa Psique se la ilustra alada, y por eso el esqueleto imaginado de una mariposa con las alas extendidas se ha transformado en el símbolo de la psicología. Precisamente un esqueleto, de bronce y vidrio, es lo que muestra Moro en su obra Alma de Psiquis.

Los clásicos están muy arraigados en la obra de Moro. Una de las salas está consagrada a la alegoría de la caverna, lúcida ensoñación de Platón que, proyectada al futuro, ya encierra en su seno el germen del metaverso. Ilumina este espacio la anatomía fragmentada de un hipocampo. De nuevo, el artista sorprende con su hábil manejo de las diferentes técnicas. En este caso, mixtas sobre lienzo, bronce sobre aluminio, aluminio recortado, y la instalación lumínica de la lámpara Constelación. En esta sala, entre luces y sombras, se vislumbra la obra que ilustra el título de la exposición: SOS Save Our Souls.
“Los animales son un pretexto para hablar de otras cosas, aunque el universo cuenta una de ellas en cada pequeño ser”. Esta bella frase de Luis Moro explica a la perfección su obra, especialmente en los ejercicios de sutil virtuosismo pictórico de su Jardín animado, sus Microcosmos,sus Seres invisibles o sus Paraísos elementales. En las palabras que cierran el catálogo, el artista abunda en la misma idea:
“Una pequeña partícula en el cosmos
revela estructuras universales, secretos ancestrales,
la magia de la vida en su metamorfosis.”
Luis Moro
Lo holístico de su concepción de la vida, según la cual “todo está en todo”, se aprecia en títulos como Anima Mundi o Gaia. Entroncando con el sentido de la muestra, no podemos hacer daño a cualquier ser, por diminuto que sea, sin dañarnos a nosotros mismos. Como escribe Eduardo Galeano en El libro de los abrazos: “El pulpo tiene los ojos del pescador que lo atraviesa. Es de tierra el hombre que será comido por la tierra que le da de comer”.

En el vuelo ascensional que propone este muestra, cada espacio es una sorpresa. Especialmente impresionante es el dedicado al fuego. Flanqueado por dos enormes colosos, frente a un cancerbero crucificado, de un oscuro del bosque calcinado, trasunto de Guadarrama, surge un ciervo que nos interpela con la mirada. No sólo nos reprocha, incluso nos reta. INRI es el título de la pieza de caza. Como hace con las imágenes, Moro juega aquí con las palabras y transmuta las siglas para resignificarlas, de modo que refuljan: Igne Natura Renovatur Integra (el fuego de la naturaleza lo renueva todo). El mensaje transmite una honda fe en la naturaleza y su capacidad de regeneración. El color se sobrepone al gris ahumado de la destrucción. Se encienden de verde los brotes tiernos de la cornamenta del ciervo. El bosque reverdece junto a Un árbol de otro mundo y la red de micorrizas conectan sus raíces con las de los ejemplares del Lignum Vitae, el Árbol de la Vida.
Y de las sombras de la caverna y de las cenizas del ciervo fénix, a la iluminación de las Historias de subida y bajada y las Secuencias mixtas sobre pantalla serigráfica. Seguimos ascendiendo y, volando, llegamos a la última planta, donde nos envuelve una experiencia inmersiva a través de las videoproyecciones consagradas a los Océanos y a la Tierra. Aquí, los seres animados cobran más vida, si cabe, a través de la animación 2D y 3D que desarrolla desde hace años el artista junto a AXERTIA. A través de su universo creativo, Luis Moro nos comparte su amor por la naturaleza y la emergencia de honrarla y cuidarla para salvarnos a nosotros mismos.

SOS Save Our Souls culmina el ciclo del proyecto experimental Semillero de Arte para artistas relacionados con Segovia y su provincia, según la directora conservadora del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, Ana Doldán de Cáceres. Dedicada en exclusiva a la prolífica trayectoria de Luis Moro, pone al museo a disposición del artista, que lo abraza con las alas abiertas, y le permite dialogar de tú a tú con Esteban Vicente, artista con el que comparte su condición internacional sin perder sus raíces. Aunque ha colaborado con grandes de la literatura, como los premio Cervantes Antonio Gamoneda, Elena Poniatowska e Ida Vitale y los rumanos Ana Blandiana y Mircea Cartarescu, Luis Moro, ya reconocido Premio Castilla y León de las Artes 2022, tiene entidad artística propia. Esta exposición da buena muestra de ello.
1Yuste Burgos, L. Miguel. (2015). La llamada plaza de Las Sirenas de Segovia. Caminosdelromanico.com. https://www.caminosdelromanico.com/gest/public/archivos_investigacions/15/10/la-plaza-de-las-sirenas-de-segovia_2.pdf
Fotografías: José Manuel Cófreces